Mis poemas no guardan la métrica ni son modelo de rima, mis poemas son entrañables, son como la vida misma.

sábado, 2 de febrero de 2013

UNA DE MIS OBRAS PICTÓRICAS Y SIEMPRE TE RECORDARÉ (POESÍA).

 
 
Anocheciendo: Pintura al óleo sobre lienzo de 33 x 46
 
 
Esta espectacular puesta de sol, esta copiada de una foto que alguien subio a Facebook. Dicha foto, me gustó tanto, que la imprimí y copié haciéndole algunos cambios a mi gusto. Es verdaderamente una sutileza su conjunto, pues transmite paz a su contemplación. El reflejo del sol en el agua, es uno de los detalles más bellos dándole un aspecto brillante y real de ese momento mágico del anochecer.
 
Plasmar una puesta de sol o un amanecer, tienen mucho de dificultad para una autodidacta como yo: Se comienza, previamente dibujado el paisaje, manchando  en su totalidad, diferenciando cada una de sus partes, y desde ese punto, se va pintando el cuadro superponiendo capas de pigmento mezclando colores y cada una de ellas, dejando secar por completo. Es muy importante el secado, que por cierto es bastante lento, pues el óleo seca por oxidación, pero ello garantiza la terminación sin accidentes dignos de mención; pues ciertos colores, por ejemplo: si el amarillo por descuido entra en contacto con el azul, se transforma en verde, y lo que se pretende es que el cielo tenga cada uno de los colores que se aprecian anocheciendo, menos el mencionado. Por tanto hay que ser muy cuidadoso y armarse de paciencia para obtener una terminación de la obra en optimas condiciones y lo más parecido a la realidad.
 
 

 
 
Yolanda, mi primera nieta con siete meses, y Yaky Uno.
 
 
Yaky Uno fue nuestra primera perra, y como ya comenté en la anterior entrada, murio joven y accidentalmente, por un descuido que tuvo su origen en la alimentación: Cierto día y como casi siempre, era mi marido quien se encargaba de darle la comida del medio día, y con suma paciencia le desmenuzaba la carne separándola del hueso, pero quiso la mala fortuna, que quedase uno con el cual se atragantó. De inmediato nos percatamos del hecho y tratamos de sacárselo entre los dos rápidamente y con mucho nerviosismo, sin conseguirlo. El animal, también hacía todo lo que sabía para ayudarnos, y lo único que conseguimos fue que bajara de la garganta, con lo cual respiraba con menos dificultad tranquilizándonos en cierto modo. Nos quedamos muy preocupados pero en la esperanza que pasadas las horas mejorase. Al día siguiente, comprobamos que seguía igual o peor, decidiendo llevarla al veterinario, pero como era sábado y en Buñol no había consulta, indagamos por la guía telefónica, una dirección en Valencia para urgencias veterinarias, y allá que se la llevo, Samuel en nuestro coche. Le hicieron placas, y el dichoso hueso se pudo ver clavado trasversalmente en el estómago, y no se podía hacer nada más que esperar un milagro que nunca llegó.
 
Los dos, mi marido y yo, estuvimos con ella mientras se debatía entre la vida y la muerte, acariciandola, con el corazón encogido de pena, en una mañana fría y lluviosa de otoño.
 
La enterramos abajo del Monte de la Cruz, para que desde la trasera de nuestra casa, la pudiéramos ver con el pensamiento y ella a nosotros. En el jardín quedo su casita vacía hasta que llego a ocuparla Yaky Dos.
 
 
SIEMPRE TE RECORDARÉ
 
Era mi perrita Yaky
La más cariñosa y fiel
Pequeña, hocicuda, de pelo corto
Y tres colores brillantes
Adornaban su piel.
 
Un día me la trajo mi hija
Y tan pequeñita era
Que abriendo sus manos
Apareció temblorosa ella.
 
Creció a nuestro lado
Dándonos todo su amor
Corriendo con la velocidad del rayo
Por los campos en flor.
 
Con tu amo cada mañana
Por montes y caminos ibas
Y con habilidad sorprendente
Retozabas en la hierba sin parar.
 
Tus ojos como dos canicas
Nos miraban sin parpadear
Tus orejas dobladas hacia delante
Dándote un aire travieso y vivaz.
 
Cuando la piedra alcanzabas
Antes de que ésta acabase de llegar
Tu cola en espiral como un buñuelo
Recta se transformaba con la velocidad.
 
Saltando a dos patitas
Te aupabas para la comida olfatear
Esperabas cada mañana a mi nieta
Lamiendo sus manitas sin parar.
 
Si Dios a los animales
Les hubiese dotado de la palabra
Sería para el hombre un privilegio
Escuchar sus alabanzas.
 
Tú no hablabas, perrita mía
Pero yo te comprendía muy bien
Y te aseguro que por mucho tiempo que pase
Siempre, siempr te recordaré.
 
Fina